Diccionario Flamero de Semana Santa

Algunas definiciones que ya son parte del glosario flamero:

 “Costal-fit”

Empiezo con uno de mis favoritos.

El que coge la barra, se la pone sobre los hombros y, sin querer, le cambia la cara.
Cierra los ojos. Respira hondo. Y parece que va a sacar el palio de la Macarena.

No está entrenando. Está viviendo un momento.
Siente el peso como un costalero.

Aprieta, empuja, y si te fijas… incluso puede que diga algo como: “¡Vamos, valientes!”

Y tú, desde fuera, piensas: “Este no está haciendo peso muerto, está ensayando una levantá”.

“Papelito de penitencia”

Mira, este perfil es de los más bonitos. Y quizá de los más universales.

Es esa persona que llega, mira la pizarra, lee el entreno… y se queda en silencio.

Se le cambia la cara.
Lo relee. Suspira. Lo dobla despacio, como si fuera la papeleta de sitio del Gran Poder.

Y no dice nada, pero se le nota en los ojos que hoy va a ser duro.
Y si el entreno empieza con un 21,15,9 con burpees, ya está haciendo su oración.

Entreno con arte

No es lo mismo moverse que moverse con compás.

Hay gente que viene y simplemente entrena. Pero luego está ese perfil que, cuando suena una marcha por los altavoces, se transforma.
Hace las zancadas con otro aire. El paso le cambia.
Casi parece que va de costalero recorriendo la sala.

Y no lo hace de broma. Lo hace porque siente el entreno como una procesión.
De esas que se viven por dentro, con recogimiento.
Y cuando le dices “haz la revirá”, se agacha, hace la sentadilla… y te mira con cara de “¿así o más profundo?”.

-> Cómo entrenar en primavera en Sevilla

Madrugá funcional

Aquí llega uno que me encanta y que si eres tú lo vas a saber de inmediato.

Porque entrenar a las siete de la mañana en Semana Santa no es para cualquiera.

Eso es fe. Eso es promesa.
Esa persona que se planta en Flame mientras la ciudad huele a incienso y aún hay cofradías recogiendo.

Y ojo, sabe que después va a desayunar torrijas. Pero eso no le resta valor.
Todo lo contrario: le da sentido.
Porque entrenar no es castigarse. Es cuidarse… y entender que la vida es equilibrio.

Pico y trabajadera

No nos podemos olvidar de ese perfil que llega siempre con su bolsa… pero no es una bolsa cualquiera.

Ahí dentro lleva una cinta de pelo, una botella de agua, un abanico para sobrevivir al calor que empieza a apretar…
y un paquete de pañuelos, por si suena “Amarguras” y se le remueve algo por dentro.

Esa bolsa, aunque no lo sepa, es su pico y trabajadera.
No va al gym, va a la procesión del día.
Y lo hace con respeto, con pasión y con una organización que ya quisiéramos muchos.

“Entreno de fe”

No siempre hay ganas.
Y eso también hay que decirlo.

Pero luego están ellos. Los del entreno de fe.

Saben que va a doler.
Saben que el WOD de hoy es duro.
Pero vienen. Porque creen.

Creen en el proceso, en el cuerpo, en lo que viene después.
Como el que se pone en primera fila en la Campana sabiendo que le van a pisar… pero no se lo quiere perder por nada del mundo.

-> ¿Qué son los entrenamientos funcionales y por qué funcionan?

“Zapatilla de promesa”

Hay quien cambia de zapatillas cada tres meses.

Y luego están los que llevan las mismas desde que abrimos Flame.
Las tienes vistas, y aunque estén feas, sabes que son las suyas.

No fallan.
Como el esparto de ese nazareno que lleva desde 2006 con el mismo.
Porque no es cuestión de moda. Es de alma.

“Revirá mental”

A todos nos ha pasado. Vas por la mitad del entreno, el sudor ya te cae por la frente, y de pronto piensas: “Hasta aquí”.

Pero no te vas. No lo dejas.
Haces una revirá mental.
Aprietas. Giras por dentro. Y vuelves a encarar lo que queda con fuerza.

Eso también es entrenar.
Y eso también es Semana Santa.

-> Historia de Flame Entrenamiento: cómo nacimos con arte y ganas

“Marcha final”

Ya sabes cuándo llega este momento.
El coach sube la música. Ya estamos en la última ronda.

Y suena ese tema que te cambia el pulso.
No sabes si estás haciendo thrusters o bailando detrás de la banda de cornetas.

Te vienes arriba. Das lo que queda.
Y sin darte cuenta, acabas gritando: “¡Esta es la buena!”

Porque lo es. Porque estás terminando fuerte.
Y eso, en el entrenamiento y en la vida, siempre se celebra.

El “despistao”

Y termino con uno que me hace especial gracia.

Ese que llega tarde, o se equivoca de grupo…
y acaba entrenando solo, en la otra punta, “en soleá”.

Como ese sevillano que se despista en Semana Santa y termina viendo la cofradía desde la acera de enfrente, sudando, sin sombra…
pero con dignidad.

Porque aunque esté solo, lo vive.
Porque aunque esté fuera de sitio, lo da todo.
Y eso también vale. Y mucho.